Ernesto Álvarez de la Cooperativa de Periodismo, documentó e hizo un seguimiento de la “Caravana Contra la Guerra a los Pueblos Triquis”, realizada a finales del año pasado. Aquí presentamos una reseña de la crónica publicada en el portal Pie de Página.
“Desde hace 40 años, las comunidades triquis iniciaron un proceso de organización para crear la Nación Triqui con la idea de que la autonomía llegaría a cada pueblo y permitiría la conservación de sus territorios originarios. El proyecto fue tomando otras formas en los años siguientes y la libertad que algunos municipios oaxaqueños habían logrado bajo el nombre del Movimiento de Unificación de Lucha Triqui (Mult) cayó cuando el gobierno de ese momento, operó para disolver la autonomía”.
“A primera vista, el conflicto parece una sucesión de nombres de caciques y gobernante. Pero ampliando la mirada se ve el peso que tienen las concesiones mineras en la zona, que han convertido a las comunidades triquis en mapa de puntos rojos. En especial, han colonizado al municipio de Santiago Juxtlahuaca, el mismo donde las 144 familias fueron desplazadas a punta de fuego y plomo de sus tierras, que además de ser el asiento ancestral de su comunidad, son ricas en hierro, cobre, carbono, magnesio, plomo y zinc”.
“La caravana contra la guerra a los pueblos triquis hizo más que reflejar un conflicto entre particulares, como ha dicho el presidente López Obrador. Cuando llegó a la Ciudad de México, fue acogida por la comunidad Otomí y juntas se plantaron frente al Palacio Nacional, para exigir un alto a las agresiones a las comunidades indígenas de todo el país. Allí, aclararon que no son enemigos de otras organizaciones, sino de quienes las financian con armas y entrenamientos para instalar mineras, basureros, pozos hídricos o demás megaproyectos que terminan por devorar cualquier rastro de organización autónoma y de vida en los pueblos rurales mexicanos”.