Cifras de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza revelan que más de ocho mil 400 variedades de fauna y flora silvestres se encuentran en peligro crítico de extinción, mientras que cerca de 30 mil más se consideran vulnerables o en riesgo de desaparecer.
De acuerdo con el organismo, aproximadamente cinco mil 200 correspondientes a animales se encuentran en situación de ser erradicadas: 11 por ciento de las aves, 20 por ciento de los reptiles, 34 por ciento de los peces y 25 por ciento de los anfibios y mamíferos.
Información de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) precisa que en México hay 912 especies amenazadas y 535 en peligro de extinción; asimismo, 48 tienen la categoría de “probablemente extinta en el medio silvestre”, y mil 183 están sujetas a protección especial.
El tráfico de especies, cambio en el uso de suelo por deforestación, introducción de las llamadas exóticas invasoras y el cambio climático, todos ellos factores antropogénicos, son algunas de las causas que lo ocasionan, informa el investigador del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, José Juan Flores Martínez.
A esa situación se suma el problema de la pandemia; el coronavirus SARS-CoV-2 llegó a los humanos a partir de un animal, pangolín o murciélago, porque las personas lo extrajeron de sus ambientes naturales. Ese es el origen de las enfermedades emergentes, enfatiza el experto.
Cabe recordar que el 20 de diciembre de 2013 la Asamblea General de la ONU proclamó el 3 de marzo como el Día Mundial de la Vida Silvestre con el objetivo de concienciar acerca del valor de la fauna y la flora salvajes. La fecha indica el aniversario de la aprobación, en 1973, de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés), la cual tiene destacado papel en su protección frente al comercio internacional.
Amenaza para la humanidad
Investigadores de la Universidad de Ulm, Alemania, propusieron que en los hábitats saludables los organismos patógenos se “diluyen”; en contraste, un virus crece en los perturbados. La teoría podría tener importantes implicaciones en la comprensión de cómo en ecosistemas dañados se puede extender una amplia variedad de padecimientos y luego saltar de animales a personas.
Al respecto, Flores Martínez señala: debemos dejar los ambientes naturales tal cual están, a fin de evitar afectaciones para los seres humanos. Conservarlos impide que enfermedades emergentes, como la COVID-19, recaigan en nosotros.
México es una de las naciones con más endemismo a nivel mundial, comparable con Australia o Brasil, es decir, flora y fauna que habitan únicamente en nuestro territorio, refiere el universitario. Por ejemplo: nueve mil 200 especies de magnolias y margaritas; dos mil 564 de escarabajos o mil 759 de arañas. De los anfibios y reptiles, 45 por ciento sólo vive aquí, es decir, es endémico; lo mismo ocurre con 11 por ciento de las aves, que habitan únicamente dentro de nuestras fronteras.
Un país megadiverso, resalta el especialista, con amplio tipo ecosistémico, tiene gran responsabilidad en la conservación de especies y está en la “mira” internacional por la vaquita marina y otras emblemáticas como la mariposa monarca o el jaguar.
La academia, a través de instituciones como el IB y demás instancias, “hemos estado atentos a esa parte y buscando recursos y colaboraciones internacionales con esa meta”, destaca.
Una dependencia fundamental –añade– es la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas que suma más de 183 zonas donde se preservan los ecosistemas, la flora y la fauna. También desarrolla los llamados programas de acción para la conservación y en colaboración con académicos se seleccionan las que están en mayor vulnerabilidad para rescatarlas.
Ese fue el caso del cóndor de California, en cooperación con Estados Unidos, programa que ha sido exitoso a partir de 1999; o el del lobo mexicano, que inició en 2007, y permite la liberación de ejemplares en su estado natural desde 2011.
Este año, el lema de la conmemoración por el Día Mundial de la Vida Silvestre es “Recuperar a las especies clave para la restauración de los ecosistemas”, porque tienen relación con otras, por ejemplo, los murciélagos son polinizadores de plantas y controladores de insectos, sin ellos se formarían plagas. También se les conoce como especies “sombrilla”; si se resguarda al jaguar, otros organismos también gozarán de una zona bien conservada.
José Juan Flores estima que se deben impulsar más programas de preservación a nivel nacional, estatal y comunitario. La divulgación científica es importante en ese sentido, no sólo el 3 de marzo, sino todos los días, a largo plazo y en los diversos sectores.
Para el especialista, estamos a tiempo de rescatar el oso negro, ajolote, la tortuga caguama, la guacamaya o el zacatuche, mediante acuerdos nacionales e internacionales al participar en reuniones de CITES, como lo hacen los académicos mexicanos, a través del impulso a la legislación y al apoyar a las instituciones de investigación.
Poner precio a la vida de un animal o al deterioro de la flora sería ilógico; sin embargo, es necesario mejorar e implementar políticas públicas que protejan a la flora y fauna de nuestro país. O en su momento aplicar sanciones económicas para la gente que daña a la naturaleza, quienes cazan, talan o trafican especies. “Esa parte debe ser más rigurosa, las multas deben ser más severas”, manifiesta.
El científico recalca que la conservación, además de ser tarea de los académicos o de las autoridades, es de la sociedad. “No podemos deslindar a alguien que no sea biólogo o conservacionista, debemos sumarnos. “Debemos empujar programas de divulgación científica para que la gente sepa que al talar bosques o selvas, o consumir especies silvestres, hace mal”.
Los programas de educación ambiental a nivel local, comunitario, estatal y nacional, son importantes; hay poca difusión y se necesita más apoyo. Es relevante que sepamos que, al dañar el ambiente, nos ocasionamos un grave deterioro porque los ecosistemas proporcionan servicios ecosistémicos ambientales como la disponibilidad de agua y aire limpio, y la protección contra enfermedades emergentes, subraya.
Hay que sumar esfuerzos entre las partes: instituciones de gobierno, academia y sociedad. Es un compromiso que debemos atender en conjunto, alerta José Juan Flores.
El Día Mundial de la Vida Silvestre, establece la ONU, nos brinda la ocasión de celebrar la belleza y la variedad de la flora y la fauna salvajes, así como crear conciencia acerca de la multitud de beneficios que la conservación de estas formas de vida tiene para la humanidad.
Este día también nos recuerda la urgencia de combatir los delitos contra el medio ambiente y la disminución de especies causada por la actividad humana, que acarrean consecuencias negativas de gran alcance en el ámbito económico, medioambiental y social, según el organismo internacional.
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FUENTE DE LA INFORMACIÓN : https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2022_171.html